jueves, 8 de octubre de 2009

Recuerdos

Hoy estoy atacaillo. He puesto a Pavarotti, estoy leyendo el blues de las encinas, y parece que me he relajado bastante.
Me cuesta trabajo definir la opresión tan grande en el pecho, ese pellizco en el estomago. Me cuesta trabajo explicar que hago aquí. La vida y las vueltas que dá. El valor de las raices es vital en mi caso, y tengo el alma atada al sitio de mi niñez.
Os voy a contar, lo que me ocurrió en mi tierra el invierno pasado y quizas podais entenderme.
Venia con mi mujer, de haber cogido agua en un manantial de la sierra de Cadiz. Está en un pueblo muy bonito que se llama Benamahoma. Cuando justo estamos llegando a casa de mis padres, veo a una pareja de personas mayores, me parece intuir por el aspecto, que se trata de un matrimonio al que conocí bastante bién cuando chico. Pero que mayores están, pero si apenas pueden andar, pensando en todo esto les pité y bajé el cristal. En ningún momento me hubieran conocido si yo no les hubiera dicho quien era. Siguieron su marcha y yo me dispuse a descargar el agua, fué terminar y decir: Voy a por ellos y los llevo. Los alcancé en un momento, pués su paso era lento, muy lento, me paré a su lado, me bajé y les dije que subieran porque aún la casa les quedaba lejillos. En un momento los llevé, pero nos dió tiempo a comentar algunas cosas sobre la familia, y tras una calurosa despedida me fuí a lo de mis padres.

Cuando llegué, fué ver a mi mujer y abrazarme a ella en un triste lamento. Hacia más de quince años que no les veia, por un momento no podia asimilar que yo no los recordaba así, como podian haber cambiado tanto, cuanto habian trabajado y como de fuerte. De pronto tantas cosas recorrian mi mente, en un instante habia estado sembrando cebollas, cogiendo habas, tomates, pimientos, comiendo patatas en su casa ( de las que hacia su hija, tan buenas), habia escuchado a ABBA y a BEE GEES con su hijo ( en un radio cassette que le trajeron de Ceuta, un lujo en aquel tiempo), el olor a higuera me llegó como una brisa y me ví con una escopetilla más grande que yo, intentando plomear los pajarillos que se comian las brevas.
Todos son recuerdos, todo es parte de mi, ese matrimonio es parte de mi, al igual que todas las cosas de su alrededor, igual que cada arbol, cada carril, cada acequia y cada detalle que tengo metido en mi ser. Quisiera que siempre me acompañaran esos recuerdos y tantos otros, como los del mobilette que ya os conté, y creo que este pequeño grupo de relatos en este gran invento llamado blog, me ayude a sentirme aún más cerca de mi.
Abrazos apretaos para todo el que crea merecerlo.

3 comentarios:

Pilole dijo...

Chaconi, los recuerdos son siempre bonitos y más si vienen de la juventud. Parece que el tiempo pasa solo para los demás y no es así para nosotros también, pero hay que llevar el tiempo y los años con alegría ¿no te parece? Un beso

chaconi dijo...

Claro que hay que llevarlos con alegria Pilole, pero no arrinconar lo vivido, sino tenerlo presente incluso cuando miras al futuro. Un beso y otro para tu sobrino-nieto.

Luisa Arellano dijo...

Entre mi paisana Pilole y tú, ya lo habéis dicho todo, poco podré añadir yo :)

Somos lo que fuimos, por lo tanto hay que conservar y mimar a lo que lo hizo posible. Tú lo hiciste, Chaconi, cuando fuiste a recoger a esos dos ancianos con tu coche y los llevaste a su casa y charlaste con ellos, y recordaste tantas y tantas cosas.

Eso no debe ser nunca motivo de pena ni desazón. Al contrario, la vida es un paso solamente, que se vive y después se agota, por tanto no sientas pena al ver lo ancianos que están, si no alegría por ver que han vivido, que aunque su viaje haya sido duro, lo han llevado acabo.

Me han llegado profundamente tus palabras porque es pura poesía como lo cuentas.

Besazo y mucho ánimo.